En España se denomina a la abubilla de distintas formas según la zona. Por ejemplo, en Canarias se le llama “apupú” o “tabobo”; y en León se la conoce como “budibilla”.
Su original plumaje la hace fácilmente reconocible. Rosáceo en la cabeza, cuello y pecho; la otra mitad de su cuerpo está cubierta de franjas blancas y negras, apreciables sobre todo cuando emprende el vuelo y nos regala un espectáculo único con cambios repentinos de dirección.
Su atractiva cresta rosada, en cuyos extremos se dejan ver trazos negros, es otra de sus singularidades. La abubilla lleva este penacho generalmente plegado, salvo cuando vuela, algo la intranquiliza o durante el cortejo.
El tamaño de la abubilla es similar al de la urraca, con 30 cm de largo y una envergadura de 50 cm. Su peso oscila entre 58 y 80 gr y aunque apenas existe distinción entre sexos, los colores de la hembra son algo menos vivos que los del macho.
Su largo y afilado pico no pasa desapercibido, y le sirve para desenterrar su apetitosa comida o buscarla en los huecos de árboles y rocas. Pero también se la puede ver frecuentemente por el suelo, buscando entre la tierra su ración diaria. Se alimenta de insectos, orugas, saltamontes, larvas, mariposas, ciempiés, hormigas, lombrices, arañas, gusanos y de la procesionaria del pino.
El canto de la abubilla es un “up-up-up”, que se escucha especialmente desde primavera a principios de verano, época en que tiene lugar el cortejo. Y su andar pausado recuerda al de las palomas, con ese movimiento tan peculiar de la cabeza.
El nido huele francamente mal, ya que es el modo en que la abubilla intenta alejar a los posibles predadores. Además, tanto la hembra como los jóvenes polluelos despiden un hedor fétido dirigido al mismo fin, incluso hasta el extremo de que las crías pueden salpicar de excrementos a un posible agresor si se sienten amenazadas. Las culebras y las comadrejas son dos de los peores enemigos de los jovenzuelos
A su llegada al mundo los retoños apenas tienen plumas, permaneciendo en el nido cerca de 25 días y siendo alimentados por sus padres principalmente de insectos. Una vez han aprendido a volar, todavía permanecen durante un tiempo con la familia, hasta que son capaces de alimentarse por sí mismos y emprenden su camino de adultos.
a leyenda cuenta que este peculiar animal, como todas las aves, es el puente entre el mundo del más allá y este mundo material, y que además representa el sentido común y la sinceridad. En todo caso, de lo que no cabe duda es de que la maravillosa gama de colores de la abubilla, hechizará por unos minutos a todo aquel que se cruce en su camino.
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